domingo, 22 de mayo de 2016

Así, sí

    Ayer, sábado, volví a enfundarme el traje de neopreno después de un año desde mi última participación en una travesía. Esta última fue horrible y, quería en esta ocasión revertir las situación para irme a mi casa con un buen sabor de boca por haberla disfrutado. No pedía, ni buscaba otra cosa que terminar estos 5 kms en paz y tranquilidad conmigo mismo por haber entendido la finalidad de mi objetivo (disfrutarla desde el inico hasta el final). Así que, ahora, les cuento mis anecdóticos cinco mil metros en aguas abiertas.

    El tener 34 años te hace poseer un grado de experiencia y, ésta, me decía: "Furro, tú, no estas para una batalla de 5 kms a cara de perro porque tienes poco entrenamiento en tus brazitos, así que intenta meterte en un grupo y así sufrir lo más mínimo, que nadar en solitario te desgastará el triple. Ya, con el objetivo marcado, no queda otra que aferrarse al plan desde el minuto cero para no descolgarme y nadar solo.

    La salida como suele ser normal fue muy rápida y, esta vez más, porque hasta pasado los primeros 20 metros el nivel del agua está muy baja y podías ir corriendo y/o haciendo el delfín. Pasado ya el trago de la salida nos dirigimos, a la primera boya que se encuentra a 1.000 metros. Mi sorpresa es máxima porque he conseguido mantenerme en el grupo cabecero compuesto de 6 nadadores y, para colmo, estoy nadando de una forma muy fácil que creo poder aguantar hasta el final.

    Alcanzada, ya, la primera boya me digo: "ahora, simplemente, dedícate a nadar como hasta ahora en este grupo sin dejarte ver mucho por los puestos cabeceros y, guarda todas las fuerzas que tengas para cuando alguien pegue un arreón". Con esta premisa superamos el km 2 dónde Hugo pega un cambio de ritmo fragmentándolo a tres unidades. Gracias a mi colocación pude ver la intención del mallorquín y, responder en el momento justo para seguir en la pomada de la travesía. Mi alegría era mayor, todavía, porque estaba nadando muy a gusto y, disfrutando de las sensaciones que estaba teniendo. No era capaz de creerme que todo estaba saliendo a pedir de boca y, con el plus añadido, de disfrutar nadando. Apenas sentía el cansancio pero tampoco quería forzar la máquina y desfallecer en el intento. Estaba consiguiendo lo que me había marcado múltiples veces y que tantas otras no había sido posible conseguir, DISFRUTAR DE LAS SENSACIONES Y DE LA COMPETICIÓN.

    Con la moral bien alta y la alegría de estar saboreando cada brazada de sal de estos 5 kms paso la tercera y cuarta boya detrás de Hugo y Albert como si fuera sus sombras. No hago otra cosa que darme palabras de ánimos y de felicitaciones para no venirme abajo en estos últimos mil metros e intentar entrar con ellos, que sería el broche final a una travesía soñada, pero mis sensaciones y emoción no me nublan y, en el último ataque por definir las posiciones del podium final, no entro a la batalla al sentirme un privilegiado por haber sentido y vivido una de mis mejores travesías desde el principio hasta el final. La recta de entrada a meta nunca había sido tan placentera y gratificante como la de hoy por sentirme tan bien y contento conmigo mismo.

sábado, 7 de mayo de 2016

Ohh Ohh, me desinflo

    Todos pasamos y tenemos que pasar por pequeños baches que nos hacen definir como las personas que somos hoy en día. Es ley de vida llevarnos algún que otro palo inesperado que nos hace tambalear y dudar de nuestro camino. Pasamos sin darnos cuenta del nirvana al infierno sin saber como hemos llegado. He aquí el éxito de cada uno sobreponernos a los contratiempos inesperados

    Apenas ha pasado un mes desde la publicación "El noble arte del Furrambulista", que he descendido sin paracaídas a lo más hondo y oscuro del mar, en dónde explicaba que había encontrado la piedra filosofal del sentirme "equilibrado". Fue una publicación llena de alegría, vida, desafío, ilusión, deseo,,,etc etc. Estaba en un momento de crecimiento, entendiendo todo mi engranaje que me hacía sentir una persona feliz y/o en paz consigo mismo. Miraba hacía adelante con excelentes perspectivas, y con un convencimiento descomunal de estar seguro de cada paso que daba era el correcto. En definitiva, había encontrado esa receta particular que me hacía sentir fuerte para enfrentarme a todos y a cada uno de mis retos.

    Esta famosa receta contenía las raciones justas de tiempo de ocio, de escritura, de lectura, de relaciones, de deporte, relax, de pareja y de trabajo. Cada una por sí sola no tiene ninguna fuerza alguna pero sí las aunamos todas en un frasco sale la pócima mágica del equilibrio. Así que son independientes y complementarias todas entre sí. Ninguna puede sustituir la finalidad de la otra porque cada una se centra en ahondar necesidades diferentes.

   Mi tiempo de lectura por ejemplo me hace pensar n posibles cambios que puedo adoptar. Mi tiempo de escritura me da la oportunidad de desembotellar mis emociones y/o pensamientos más personales. Mi tiempo de relax me sirve para recuperar la energía para afrontar el día a día. Mi tiempo de trabajo me ocupa un tercio del día a formar parte de una comunidad con un fin en común. Mi tiempo de deporte me desconecta del mundo frenético en el que vivimos y me deja soñar despierto. Mi tiempo de pareja me une más a la persona que mejor me conoce y, que más siente hacía mí. Mi tiempo de relacionarme es perfecto para desarrollarme como individuo y perfeccionar mis habilidades y virtudes.

    Definido bien el cóctel del equilibrio, ahora es más fácil saber en que requisito necesito ahondar para reflotar al Furrambulista capaz de no mirar hacia atrás, ni a los demás por mi confianza ciega en cada paso de mi camino.