viernes, 27 de julio de 2012

Vídeo de la Batalla de Rande

    Ha pasado 20 días de la travesía de La Batalla de Rande pero todavía suena en mi cabeza las brazadas de esas extensas 6 horas. En la anterior publicación expliqué desde que me desperté hasta que llegué a la isla de San Simón como fue la experiencia de nadar en la ría. Ahora, gracias al vídeo realizado por los compañeros de nadando libre pueden ver un resumen de los 27 km de la travesía más dura del viejo continente.

    El vídeo empieza mostrándonos la galera que nos trasladó al inicio de la Batalla y, el comienzo de la prueba desde la playa de la Isla Cíes. En el 1min 41sg y en el 1min 54 sg, salgo nadando en la cabeza de la prueba con el que a posteriori fue el merecido vencedor, pero a partir del 2minuto 8segundos es cuando se me aprecia mejor nadando al lado de, mi compañera, Minerva Pujol. Y, por última vez, salgo en el 3min 19sg tomando algún tipo de líquido que me facilita la organización.

     El reportaje muestra fielmente lo que fue la Batalla de RANDE, una prueba de aguas abiertas para unos cuantos osados y locos de la cabeza que tuvieron que soportar ratos de olas, lluvia y superar momentos psicológicamente duros.


jueves, 12 de julio de 2012

Relato de la Batalla de Rande


   Sin apenas darle tiempo a las calles de Vigo a despertarse suena mi alarma, del móvil a las 06:30, recordándome que hoy es la gran fecha por la que tantos días me he sacrificado en la piscina nadando. Ya no importa cuantos kilómetros llevo en los brazos, ni los tiempos que hice en los entrenamientos o, los resultados de las anteriores travesías. Esto es la madre de todas las locuras, La Batalla de Rande, posiblemente la travesía más dura del viejo continente por sus aguas frías y extensión (27km).

   Nada más despertarme se me aprecia en el rostro esa tensión a lo desconocido, David que fue mi fiel escudero en esta aventura lo puede corroborar. Esa tensión, además, va aumentando por los contratiempos que me van sucediendo uno tras otro, convirtiendo la batalla, que ya por sí sola es difícil, en épica. El primer revés sufrido fue al bajar a la recepción y saber que el horario del desayuno no empezaba hasta las 8:00. Así que sólo pude tomar un cola cao calentito en mi hostal, pero esto no es suficiente para mi cabeza, así que una vez que llegamos al hotel de la organización me mezclo con los demás y termino de llenar la barriga. Gracias que no me pillaron, que vergüenza hubiera sido.
   Solucionado la comida el siguiente inconveniente fue la lluvia que nos acompañó durante casi una hora, así que pantalones, playeras y pullover pasaditos por agua. Si hay algo a lo que un canario no está muy acostumbrado, es a la lluvia. Pero el gran handicap de todos, fue no disponer de un kayak como lo tenía planificado la organización. Parecía que la suerte me quería dar la espalda.

   Así están las cosas antes de empezar la travesía. El tema del kayak me preocupa mucho porque no sé quien me guiará mientras nade, ni tampoco quien me suministrará mi avituallamiento. Tras unos minutos de incertidumbre, Sony, el capo de la organización me dice que se encargara de mí, que me descuide. Al final me descuidaron más de lo que hubiera querido y, gracias a que Minerva estaba en mi misma situación e hicimos un pacto canario-catalán de apoyo y ayuda, llegamos bien.

   Con todo este panorama, y treinta minutos sobre la hora prevista, comienza mi lucha contra Rande y su historia. Tras la salida, me centro exclusivamente en adaptarme los más rápido al neopreno que hace más de dos meses que no lo utilizo. El frío del agua de la Islas Cíes apenas lo siento por la adrenalina que me invade. He de afirmar que me atemoriza nadar en aguas abiertas, así que llegar a la Isla de San Simón no sólo es un reto personal sino una barrera psicológica a derribar.

   Al principio de la travesía decido resguardarme en el núcleo del pelotón para vencer mi miedo al mar y así pillar confianza. Pero como soy competitivo, no duro mucho en adelantar a mis compañeros hasta situarme en el segundo grupo compuesto por cuatro nadadores. La sensación de nadar en la ría cada vez me gusta más hasta el punto que decido apretar el ritmo y, situarme en el primer puesto con el que a posteriori fue el vencedor.

   La aventura de comandar las flotas hasta San Simón duró, entre 1 y 2 kilómetros, hasta que mi cabeza maquinó las dos posibilidades que podía ocurrir al ir sin kayak: a) que pillara un pajarón y me quedara nadando solito sin kayak, sin comida y bebida, y todo lo adelantado no me sirviera de nada y b) que se me diera tan bien que me quedara solo como líder de la travesía, pero al no tener kayak no tendría nadie que me guiara. Por tanto, opté por bajar el ritmo y dejarme caer al segundo grupo que lo formaban: Minerva, y tres chicos gallegos que terminaron segundo, tercero y cuarto.

   Sobre las 2 horas y 20 minutos del comienzo, de la prueba, alcanzamos los 10 kilómetros. La sensación, ganas y moral eras perfectas para lograr la meta, pero lo más duro todavía estaba por llegar. Entre el kilómetro diez y veinte, sufrimos (Minerva y yo) el olvido por parte de la organización de darnos nuestras provisiones de líquidos y sólidos. Este tramo sin ninguna duda fue el más duro porque no pudimos abastecernos de nuestro avituallamiento cuando queríamos, y teníamos que parar cuando los otros lo hacían. Encima, empecé a tener dolores en la vejiga porque no podía orinar, la sed cada vez era mayor y las energías por falta de comida descendía a niveles de querer abandonar el reto. Sin lugar a duda estos son los momentos más críticos, de la prueba, que apenas hablo con los demás, y ni si siquiera quiero pensar porque me supone un cansancio extra. La desmotivación nos supera tanto a los dos, tanto a mí como a Minerva, por sentirnos olvidados que decidimos parar de nadar para buscar alguna barca de la organización que tuviera nuestra comida. En el momento que nos paramos somos conscientes que el segundo, tercero y cuatro puesto de la clasificación se van nadando sin nosotros, una lástima, pero ahora estoy en otra lucha más intensa, que es la de seguir con la cabeza fría y no abandonar.

   Al final alguien escuchó nuestras plegarias y nos topamos con la barca que tenía nuestras provisiones. Aprovecho para comer barrita, beber bastante agua y tomar algo de Minerva que me subió la moral. Le doy mil y una gracias a los chicos de la embarcación por alentarnos a llegar al final. Hubo un momento que casi mando todo a la mierda pero la fortaleza mental y la compañía fueron más fuertes en esta ocasión.

   Después de cinco horas nadando, y más de la mitad con el Puente de Rande observándolo, pasamos por debajo de el. Yo lo hago a espalda y, no dudo ni un segundo en chillar para liberar la adrenalina contenida en esta última hora. Al superar esta barrera psicológica del puente no hay nada que me pueda detener hasta la meta. Sin darme cuenta subo el ritmo con la consecuencia que dejo atrás a mi compañera. La idea de llegar en solitario no me convence por lo que espero a Minerva y, tras más de 6 horas llegamos a la Isla de San Simón estrechándonos la mano e intercambiándonos abrazos.

   Sin ninguna duda, es el mejor desenlace que podía imaginar, terminar la travesía al lado de alguien que vive igual o incluso mas que yo la natación. Esos momentos que compartimos en el agua describen lo que es el compañerismo, deportividad, ambición, lucha..... etc etc. Valores que hoy en día son difíciles de encontrar y de compartir.

  Viva la NATACIÓN.

lunes, 2 de julio de 2012

El Semanal

  El verano ibicenco me está pasando factura porque cada vez me cuesta más escribir y tener al día el blog, además si añadimos que estoy de vacaciones, la empresa se hace bastante complicada. Así que he decidido darme un respiro y hacer un kit kat, como bien dice el anuncio publicitario de chocolatinas, hasta nueva fecha.
 
  Cinco días, sólo me quedan cinco días para el gran reto de este año, la batalla de rande a nado. El trabajo ya está hecho, ahora sólo hay que descansar, estirar, pasar por el fisio y, confiar cien por cien en que se puede conseguir. Es tiempo de descansar físicamente y entrenar la parte psicológica para esos momentos de crisis que tendré al nadar más de 7 horas.

  Semana 26:
  Lunes: sesión de natación de 4.900 metros + 40 km de bicicleta de carretera.
  Martes: sesión de natación de 4.800 metros.
  Miércoles: sesión de natación de 5.300 metros + 30 km de bicicleta de carretera.
  Jueves: sesión de natación de 5.000 metros.
  Viernes: sesión de natación de 5.300 metros.
  Sábado: sesión de natación de 5.600 metros + 80 km de bicicleta de carretera.