Quisiera explicar el gusto de practicar natación, carrera a pie o bicicleta, y sobre todo, me encantaría que me entendieran porqué me sacrifico haciéndolo a diario como si me fuera la vida en ello a pesar de mi edad, costo, responsabilidades habituales y mil sin sabores que he tenido. Para ello voy a describir mi entrenamiento de natación que hice ayer.
Ayer, fue un lunes normal como otro cualquiera que, al finalizar mi jornada de currela me dirijo a la piscina para seguir con mi loca planificación de entrenos. El primer entrenamiento de la semana (lunes) siempre es raro o especial porque paso casi tres días sin nadar y, no sé como me voy a encontrar dentro del agua y que sensaciones voy a tener al bracear. Así que me decanto por empezar nadando, un tópico, 800 metros muy fácil y cómodo donde varío estilos para calentar todas las articulaciones, y sentir como estoy para realizar la parte principal de la sesión. Ya haciendo el calentamiento siento que hoy puedo exprimirme bien y, realizar algo que tenga en la mente que sea exigente porque noto que mis piernas y brazos van de lujo.
Por lo que empiezo a darle rápidamente a la cabeza, esto me sucede por querer ser innovador y entrenador de mí mismo, para buscar un ejercicio que me suponga un esfuerzo y un reto a la vez... BIIIIINGO, ya he pensado y era algo que lo tenía en la recámara para cuando estuviera motivado. El ejercicio consiste en nadar 800 metros- descansar 30 segundos, después 600 mts - descansar 30 segundos, 400 mts - descansar 30 segundos y, terminar con 200 mts. Me parece el día perfecto para plantearme este pequeño reto con mis tiempos límites para hacerlo todavía más intenso.
Así que con la aguja del reloj en lo más alto, 0, comienzo a nadar convencido de que puedo hacer los 800 metros en 10 min sin problema alguno. Al paso de los primeros 100 mts, veo en el cronómetro que voy en tiempo de conseguirlo, siendo consciente que queda mucho, pero las sensaciones que tengo nadando son espectaculares, y me vengo arriba de moral como si me hubieran enchufado una inyección de positividad y confianza. Sigo nadando fijándome por el cronómetro mis pasos por el 200, 300, 400...600 y son mucho mejores de lo que tenía planificado, pero realmente lo que me está haciendo disfrutar como un chiquillo es la sensación de nadar. Hoy tengo esa sensación de ir deslizándome con brazadas muy largas y efectivas sin notar el cansancio. Es tanto el subidón del momento que me planteo dejar los 800, que tenía pensado, y continuar hasta los 2 kms del tirón, pero en un ataque de seriedad y en una breve conversación conmigo mismo mientras voy nadando, me digo que me tengo que ceñir a lo marcado.
Mi tiempo final es mejor de lo pensado pero, me da igual porque, lo que me hace sentir realmente bien es la jodida sensación de disfrute que he tenido durante esos 800 metros donde he sentido que mi alrededor no existía y, hasta me he olvidado de los percances del trabajo. Sólo era capaz de pensar en lo que estaba haciendo. No tenía nada más en la cabeza que la dinámica del movimiento del brazo y los batidos de pies que llevaba.
Esta sensación es única y, me hace sentir un afortunado porque me despierta a ese pequeño Peter Pan que tenemos dentro de nosotros adormilado.
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