Lo más destacado es que a partir de esta semana tendré que hacer algo de malabares para entrenar en las mejores condiciones posibles porque me han cambiado el horario de trabajo. Esta modificación parece una simple bobería pero no lo es porque antes terminaba a las 14:30, entrenaba mi sesión de natación, en una calle para mí sólo o con alguien que sabía nadar haciendo rueda, e incluso me daba tiempo para salir con la bici antes de que anocheciera. Pero ahora, salgo a las 15:30 cuando empiezan los cursillos de los nenes y los abueletes van a darse un chapuzón por medio de la calle sin que les importe tu presencia. Es lo que toca, señores, así que ajo y agua.
Así que esta semana entre éste cambio y algunas visitas que tuve a médicos he madrugado varias veces a las 6 de la mañana para hacer los entrenos de carrera o de natación. Lo más difícil, sin duda, ha sido madrugar a esas horas tan impestivas y frías de diciembre, pero ya una vez terminado el entreno y en la ducha refrescándome para entrar a trabajar me he sentido como nuevo y lleno de energía.
A mediados de la semana le comentaba a, mi buen amigo, Saúl que estaba madrugando para entrenar antes de ir al trabajo, y casi me hace la ola pero yo le respondía que tampoco era para tanto porque es simplemente modificar las horas de sueño, que al fin y al cabo es una historia de organización. Y, sigo pensando en lo mismo, una mente organizada es una persona organizada.
Semana 11
Natación: 17.700 metros.
Bicicleta: 221 kms + 2 horas de bici indoor.
Carrera: 3 horas 30 min.
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