Rara, rara, rara ha sido la semana y sus sensaciones. Como si de una montaña rusa se tratara con subidones de endorfina, bajadas escalofriantes al subsuelo y algún terreno llano donde descansar.
El lunes, por ejemplo, fue un día fantástico con una muy buena sesión de agua y, otra mejor de carrera a pie realizando mi mejor tiempo en catorce kilómetros. Un día muy satisfactorio porque me exprimí bastante y el cuerpo supo respondonderme perfectamente. El martes al ser festivo, en San Antonio, lo pillé de descanso total para recuperar de días pasados que el cuerpo necesita también sesiones de relax.
Y, a partir, del día de descanso es cuando empiezan las malas sensaciones nadando y en la bici, Y, no sólo eso sino que se me contagia a mí mismo y voy como aplatanado, más cansado de lo que acostumbro estar y con más sueño de lo normal. Sin duda que no me explico como un día me ha dejado tan descolocado.
El resto de la semana se ha hecho cuesta arriba por tener que librar sesiones duras con tan malas sensaciones, cansancio acumulado y fatiga extrema. Lo mejor de todo ha sido que no me he rendido y los entrenamientos que me propuse los he terminado con la cabeza bien alta.
Natación: 15.500 metros de natación repartidos en 4 sesiones de piscina (contento por como he superado los entrenamientos de esta semana).
Bicicleta: 264 kilómetros en tres salidas (vaya dolor de piernas y sufrimiento agónico en la salida del sábado).
Carrera a pie: 120 minutos en dos días (feliz por como mis piernas me han respondido)
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