lunes, 23 de junio de 2014

Mi peor pesadilla

    Hace 24 horas, exactamente, tuve un gran sueño despierto. Normalmente sueles soñar en la cama cuando duermes, pero éste era bien distinto porque estaba en un bar con mi pareja, su hermana  (vivió 15 años en Gran Canaria), su novio (también es canarión) y su nene. Allí nos encontrábamos todos viendo el fútbol desde la distancia con la única alegría de que el equipo conocido, como, PÍO PÍO volviera a la máxima categoría después de más de una década de agrios sabores.

    Mi afición al fútbol, y al gusto por los colores azul y amarillo de la U.D. Las Palmas, se extienden desde bien pequeñito. Es tan intenso este sentimiento que hasta un año fui vendedor de pipas, refrescos, chocolatinas, papas.... en nuestro feudo de 7 Palmas, el estadio de Gran Canaria, en donde ayer mi sueño se debía de realizar.

    El balón empezó a rodar a las 17:00 P.M. hora insular canaria y, atrás ya quedaba los más de 9 meses de liga regular donde la U.D. tuvo meses espectaculares consiguiendo grandes rachas de victorias seguidas y, otros no tan buenos con derrotas dolorosas en casa que llevó a la destitución de Sergio Lobera. En esos casi 10 meses de competición reglamentaria había contagiado a Catalina el fervor por el equipo amarillo, que hasta me preguntaba cuando jugábamos y como habíamos quedado. Después de terminar la primera parte del duelo contra el Córdoba, el resultado no se había movido desde que empezó el balón a rodar. Ya sólo restaban 45 minutos para alcanzar la gloria, y volver a ver a los cracks mundiales (en referencia a Messi, Cristiano, Iniesta, Diego Costa.. etc etc) por la isla otra vez.

     El inicio de la segunda parte no pudo ser mejor porque, en el minuto 50, tras un fallo defensivo de Raúl Bravo por la presión de Aranda, la Unión Deportiva se adelanta en el marcador y con ello trae el júbilo no sólo en el estadio Gran Canaria sino, además, a un bareto de Ibiza. El sueño parecía cada vez mas real porque ya solo restando diez minutos para la conclusión del partido, el Córdoba no asustaba lo suficiente como para pensar en una tragedia y, menos después de desaprovechar dos grandes ocasiones en las piernas de Vicente Gómez y, el goleador de la tarde, Apoño. Se dice, en el fútbol, que quien perdona lo acaba pagando.

      El destino de mi sueño empezó a nublarse cuando ya veía la meta. El reloj marcaba 85 minutos, 86 minutos, y así iba pasando hasta que en el minuto 91, el árbitro decidió detener el encuentro por invasión de aficionados amarillos al terreno de juego. Es aquí cuando despierto del sueño y me introduzco en una pesadilla llena de mataos descamisaos enseñando sus buenos tatuajes y cuerpos a base de anabolizantes. Pero como las noticias malas no vienen nunca solas, lo peor estaba por llegar cuando se reanuda el partido y a menos de sesenta segundos, para el final, el equipo andaluz consigue el empate a la heroíca, y con ello el gran premio de jugar la temporada 2014/15 en primera división. Lo que aconteció después del gol del Córdoba ya todos lo sabemos. Una representación circense de la mejor época del Circo Romano.

     Unos piensan que todo esto se podía haber ahorrado si Las Palmas hubiera marcado otro gol en esas ocasiones que se fueron al limbo, otros dicen que como un equipo profesional se pudo descentrar tanto en tan poco tiempo, otros achacan la derrota a la invasión de los energúmenos y, otros se refieren como responsable al Presidente, Ramírez, por no saber organizar mejor la seguridad del campo, siendo él mismo dueño, fundador y presidente de una empresa de seguridad, por lo que "en casa de herrero, cuchara de palo", parece.

    Después de 24 horas del partido, mi sueño se convirtió en una gran pesadilla que me tocó vivirla bien despierto y, por favor no busquen más culpables que el que se siente canarion de corazón ahora mismo está hundido y, no por el deporte, sino por el espectáculo horroroso y lamentable que dimos a toda ESPAÑA.

    SIEMPRE PIO PIO.
   

   

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